jueves, 20 de noviembre de 2014

Los dioses me gritaban; 
¡detente!, ¡detente , vas desordenado! 
¡crees que sabes! 
¡oquedoso patalardo vuelve a nos! 
Los dioses pequeños me hacían cosquillas en los tobillos- 
los sacudía más no soltaban eran pegajosos 
les hable sin rodeos 
deje caer mis palabras sobre ellos,
sordos treparon por mi desnudez nocturna- 
yo de pie frente al viento seco
los sentí subir primero por mis piernas vellosas
 trepaban -me dolían-saltando de pelo en pelo-
los mire- 
eran verdes luminiscentes, gordos y largos – 
se acurrucaban, se soltaban de golpe  
caían en el los próximos pelos  -
feos borrosos- dioses pequeños –
molestos se acercaban para escuchar mis diatribas- querían neutralizar mis plegarias- 
eran pocos los que pasaron las rodilla reí a carcajadas–éramos cosquillosos- 
solo el más rojo llegó al ombligo
- siguió su camino – se paró frente a mí –
 el espejo reflejaba nuestras desnudeces- 
nos miramos desafiantes- 
un gran silencio rodeo toda la escena- 
percibí su espera- ansioso elevé mi pensamiento 
 muchos dioses pequeños esperaban en mis pies
expectantes miraban hacia arriba- 
esperan verdades estaban desorientados-
 de pronto el conjunto giró -dentro me di cuenta .
ellos, las deidades pequeñas, tanto las verdes como las rojas pertenecían al inconmensurable- 
todo estaba en lagran mente.
los perdoné.-


versículo neo.
a.z.

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